Hemos
llegado al momento crucial de la historia de la Biología en que la
misma religión es objeto de explicación de las ciencias naturales
Edward
O. Wilson
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Somos lo que somos gracias a un proceso biológico que llamamos Selección Natural. La teoría de la evolución biológica por selección natural expuesta por primera vez por Charles Darwin (1859) es probablemente la idea más revolucionaria de la historia del pensamiento humano. Sorprendentemente, y a pesar de la importancia crucial que tiene para la comprensión de nosotros mismos como especie y de cualquier otra especie biológica, muy pocos seres humanos entienden realmente, o conocen siquiera, el mecanismo natural que nos ha creado. Nunca un concepto aparentemente tan simple fue tan difícil de comprender. Es como si la selección natural, al crear una especie inteligente como la nuestra, escondiera al mismo tiempo la lógica biológica elemental que hay detrás de su operación. Pero sospecho que la razón última por la que la selección natural no forma parte del bagaje cultural de toda la humanidad se debe a una resistencia activa hacia ella, pues la idea de la selección natural como fuente creadora del mundo natural nos obliga a despertar de sueños milenarios. El conocimiento sobre la selección natural no es neutro como pueda serlo el que un electrón tenga carga negativa o que haya una o cuatro fuerzas fundamentales. Detrás de la selección natural hay una visión del mundo que sacude lo más hondo de nuestras creencias y mitos recibidos culturalmente. La selección natural es revolucionaria porque nos dice que no somos especiales, porque nos pone en nuestro lugar en el orden de las cosas, de la naturaleza. Nadie mejor que Monod (1970) ha expresado ese impacto emocional que significa descubrir nuestra "soledad total, nuestra radical foraneidad, en un Universo sordo a nuestra música, indiferente a nuestras esperanzas, a nuestros sufrimientos, y a nuestros crímenes."
En este artículo se expondrán los conceptos básicos de la teoría de la selección natural, situándolos en el contexto de la teoría neodarvinista de la evolución. También se hablará de la descripción y medida de la selección en las poblaciones naturales,
ilustrándolo con un organismo modelo que ha sido estudiado por nuestro grupo de investigación.
Fig. 1. El naturalista británico Charles Darwin (1809-82) introdujo en su libro El origen de las especies ( 1859) dos ideas revolucionarias: la evolución biológica y la selección natural.
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Evolución y Selección Natural
Evolución y selección natural son términos que suelen aparecer juntos, pero ambos conceptos ni son sinónimos ni están a priori necesariamente ligados. Las especies que ahora pueblan la Tierra proceden de otras especies distintas que existieron en el pasado, a través de un proceso de descendencia
con modificación. La evolución biológica es el proceso histórico de
transformación de unas especies en otras especies descendientes, e incluye
la extinción de la gran mayoría de las especies que han existido. Una de las
ideas más románticas contenidas en la evolución de la vida es que dos
organismos vivos cualesquiera, por diferentes que sean, comparten un
antecesor común en algún momento del pasado. Nosotros y cualquier chimpancé
actual compartimos un antepasado hace algo así como 5 millones de años.
También tenemos un antecesor común con cualquiera de las bacterias hoy
existentes, aunque el tiempo a este antecesor se remonte en este caso a más de 3000 millones de años. Ahora bien, la idea de evolución por si sola es un concepto abierto, es una descripción mecánica de cambio que no dice nada acerca del motor o la fuerza creadora que subyace a la transformación. Así, en principio, la evolución puede estar dirigida por leyes inmanentes de la materia, o por una divinidad creadora, o por fuerzas ciegas, etc.
Podemos acotar el ámbito de los posibles mecanismos evolutivos al considerar las producciones de la evolución biológica. La complejidad es inherente a lo vivo. Cada organismo presenta estructuras o comportamientos altamente improbables que le permiten autoensamblarse y perpetuarse fuera del equilibrio termodinámico, y no puede explicarse por unión al azar de sus moléculas constituyentes. Esta complejidad característica de los organismos vivos se manifiesta en forma de adaptaciones y son, sin duda, el aspecto que más nos fascina cuando estudiamos cualquier especie. La habilidad que muestran las arañas cuando tejen su tela, la conducta rígidamente jerarquizada de una sociedad de hormigas, el camuflaje en forma y color de muchas especies con su medio, la delicada complejidad de un ojo,... Órganos, estructuras, conductas, suelen estar diseñados para la supervivencia y la reproducción. Pero ¿cómo se producen? Darwin introdujo precisamente el mecanismo de la selección natural para explicar las adaptaciones
complejas y características de los seres vivos. Consideremos la aportación de Darwin en el contexto de la biología del siglo XIX.
En 1802 el teólogo W. Paley publicó la obra Teología natural, en la que argüía que el diseño funcional de los organismos evidenciaba la existencia de un creador omnisapiente. Según él, el ojo humano, con su delicado diseño, constituía una prueba concluyente de la existencia de Dios. Para los naturalistas que querían explicar los fenómenos biológicos por procesos naturales, explicar la adaptación, la maravillosa adecuación de los organismos a su ambiente, constituía el problema fundamental. El argumento del diseño de Paley tenía una gran influencia en los naturalistas del XIX, a pesar de que esta visión intervencionista violaba flagrantemente el concepto de naturaleza que se había establecido con el desarrollo de la flsica en los siglos XVI y XVII. Los fenómenos del Universo, según esta nueva concepción, eran explicables por procesos naturales. La naturaleza, per se, era un objeto lícito para preguntar y contestar científicamente. Con el Origen de Darwin se introdujo esta revolución en la Biología. Lo verdaderamente revolucionario en Darwin fue el proponer un mecanismo natural para explicar la génesis, diversidad y adaptación de los organismos (Fig. 1 y 2).
Fig. 2. El gran reto de Darwin era explicar las complejas adaptaciones de
los organismos vivos, como el diseño funcional de un ojo, por
mecanismos naturales. La solución de Darwin fue proponer el mecanismo
de la selección natural.
Para imponer su teoría de la evolución y de la selección natural, Darwin tuvo que introducir una nueva forma de entender la variación en la naturaleza, el pensamiento poblacíonal (Mayr, 1976). En el tiempo de Darwin las especies se consideraban entidades fijase inmutables; representaban a un tipo platónico, la idea perfecta de la mente de su creador. Las diferencias en la forma, en la conducta, o en la fisiología de los organismos de una especie no eran más que imperfecciones, errores en la materialización de la idea de la especie. En contraste con esta visión esencialista dominante, la variación individual, lejos de ser trivial, era para Darwin la piedra angular de la evolución. La variación en el seno de las poblaciones de las especies es lo único real, es la materia prima de la evolución, a partir de la que se va a crear toda la diversidad biológica (Fig. 3). Son las diferencias existentes entre los organismos de una especie las que, al amplificarse en el espacio y en el tiempo, producirán nuevas poblaciones, nuevas especies, y por extensión, toda la diversidad biológica.

Fig. 3.- Bajo la visión darwiniana, la
variación es la única realidad de las especies. No hay un color de piel en la especie
humana ideal o arquetípico. Cada individuo con su variación característica es un
elemento esencial de nuestra especie
Desde el pensamiento poblacional la evolución se entiende como un proceso estadístico de transformación de las variantes genéticas de una población. El adjetivo genético aquí no es superfluo, ya que es sólo el material genético lo que transmiten los organismos a sus descendientes. Bajo esta perspectiva, la selección natural es tan sólo uno de los factores de evolución, pues otros factores, tales como la deriva genética al azar, la migración entre poblaciones, o la mutación genética, pueden también producir cambios genéticos en las poblaciones. Sin embargo, la selección natural es el único proceso conocido que permite explicar las adaptaciones de los organismos, y por eso ocupa una posición central en la Biología Evolutiva.
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Los principios de la
selección natural
En esencia, la selección natural es reproducción
diferencial de unas variantes genéticas respecto de otras. Podemos
definirla más rigurosamente como el proceso que se da en una población
de entidades biológicas cuando se cumplen las tres condiciones
siguientes: (1) variación fenotípica entre los individuos de
una población, es decir, los distintos individuos de una población
difieren es sus caracteres observables -su fenotipo- presentando
diferencias en su morfología, fisiología o conducta; (2) eficacia
biológica diferencial asociada a la variación; o sea, ciertos
fenotipos o variantes están asociados a una mayor descendencia y/o una
mayor supervivencia; y (3) la herencia de la variación, que
requiere que la variación fenotípica se deba, al menos en parte, a una
variación genética subyacente que permita la transmisión de los
fenotipos seleccionados a la siguiente generación. Si en una población
de organismos se dan estas tres condiciones, entonces se sigue
necesariamente un cambio en la composición genética de la población
por selección natural. La selección es, por lo tanto, el proceso que
resulta de las tres premisas citadas. Y esto es lógicamente cierto
tanto en éste como en cualquier otro mundo imaginable.
Consideremos un ejemplo típico para ilustrar las tres
condiciones definidas. Supongamos que una población de polillas está
formada por individuos que son de color oscuro o de color claro. Como
hay dos variantes para el carácter color, se cumple nuestra primera
condición de variación fenotípica. Al seguir a ambos tipos de polilla
a lo largo de su vida, vemos que en promedio las formas oscuras dejan
más descendientes que las claras. Este es el segundo principio, una
variante (la forma oscura en nuestro ejemplo) está asociada a un mayor
éxito reproductor que la otra variante. Pero esta ventaja de la forma
oscura no tendría ninguna trascendencia evolutiva si la variante
oscura no fuese hereditaria, o sea, si el ser oscuro o blanco
dependiera enteramente de factores ambientales, pues si así fuese los
descendientes de individuos oscuros no tendrían mayor probabilidad de
ser oscuros que los descendientes de individuos claros. Luego es
necesario añadir el principio de la herencia de la variación. Si el
color oscuro está determinado por una variante génica (o alelo),
mientras que el color claro lo está por otro alelo distinto del mismo
gen, el que las formas oscuras dejen más descendientes significa que
el alelo oscuro aumentará su representación en la población de la
siguiente generación, y por tanto la selección natural aumentará la
proporción de formas oscuras. Resumiendo, la selección natural es el
proceso dinámico que se da en entidades con variación, multiplicación
y herencia. Hay selección natural cuando unas variantes genéticas se
multiplican más que otras, y el resultado de dicha selección es el
aumento en la proporción de la variantes que más se multiplican.s Este
enunciado es tan obvio como el decir que si hay diferencias en
velocidad entre distintos objetos móviles, unos llegaran más lejos que
otros, y sin embargo pocos captan que aquí radica el secreto de la
existencia biológica. ¿Por qué en esta población hay más polillas
oscuras que claras? Porque se han multiplicado más que las claras.
¿Por qué nosotros, y no el hombre de Neandertal, ocupamos la Tierra?
Porque nos reproducimos más que ellos. ¿Por qué la mayoría de los
insectos tiene dos alas en lugar de cuatro? Porque los insectos
poseedores de dos alas se perpetuaron más que los de cuatro. Me
replico, luego existo (en mí, o en mi descendencia), ésta es la
máxima darwiniana a la que ha de referirse en última instancia toda
adaptación biológica, la visión del mundo desde el prisma de la
selección natural. La razón de ser en la biosfera es la reproducción o
supervivencia diferencial, y nada más.
La selección natural
explica las adaptaciones
En la sección
previa nos ha quedado todavía una pregunta clave que contestar. ¿Por
qué unas variantes dejan más descendientes o sobreviven más que otra?
La respuesta a esta cuestión explica el porqué de las adaptaciones.
Sigamos con el ejemplo de las polillas, que muchos lectores habrán
reconocido que corresponde a un caso clásico de selección: el del
melanismo industrial de la geómetra del abedul Biston betularia.
En fecha tan temprana como 1848, durante la revolución industrial en
Inglaterra, los naturalistas notaron que en áreas industriales
contaminadas, contrariamente a lo que pasaba en zonas no industriales,
las formas oscuras predominaban sobre las claras. ¿Por qué las
variantes oscuras dejan más descendientes que las claras? En cuanto
analizamos un poco el nicho ecológico de esta especie nos percatamos
de que son muchas las interacciones de todo tipo que pueden determinar
la eficacia biológica de una polilla. La capacidad de capturar
alimento, la evitación de depredadores, el éxito en el apareamiento de
los machos, la fecundidad de las hembras, etc., pueden ser alguno de
los factores. Quizá las hembras de color oscuro sean más fecundas que
las claras. Parece poco probable, sin embargo, que haya una relación
entre el grado de pigmentación del cuerpo y el número de huevos que
pueda dejar una hembra. Quizá los machos oscuros tengan más éxito en
el apareamiento que los claros. Es posible. Un hecho significativo es
que el hollín de las fábricas mata los líquenes grisáceos‑claros que
habitan sobre la corteza de los árboles, donde estas polillas pasan
gran parte de su tiempo, y la ennegrece. Esta evidencia nos sugiere
que quizá las formas oscuras son menos conspicuas en el medio en que
se desenvuelven (la corteza de los árboles) que las claras, de modo
que los depredadores (aves) capturan preferentemente a estas últimas.
Siguiendo este razonamiento, el británico H. B. D. Kettlewell llevó a
cabo una serie de experimentos que demostraron que las formas oscuras
se camuflan mejor de las aves depredadoras que la claras en la corteza
de los árboles, siendo favorecidas por la selección. Por lo tanto, el
color oscuro es una adaptación porque sus portadores sobreviven
más –son depredados menos- que los de color claro. Las adaptaciones,
esas propiedades de los organismos que tanto suelen fascinarnos, son
aquellas características que aumenta su frecuencia en la población por
su efecto directo sobre la supervivencia o el número de descendientes
de los individuos que la llevan. Las adaptaciones son pues un producto
intrínseco de la selección natural. ¿Qué determina el que una variante
sea una adaptación? El contexto ecológico de cada población. Así,
mientras que las formas oscuras están favorecidas en las zonas
contaminadas, las formas claras, por el contrario, son miméticas en
las zonas no contaminadas, siendo aquí las seleccionadas a favor. La
adaptación no es una propiedad invariable, ni absoluta, sino
contingente, función de cada contexto ecológico. No existe a priori
un fenotipo, una forma clara u oscura, mejor. Hay que acudir siempre
al contexto ecológico de cada especie para conocer la causa de una
adaptación. Y éste es otro aspecto esencial del darwinismo, la
contingencia de sus productos, su dependencia de los contextos
ambientales por los que pasan las especies a lo largo de su historia
evolutiva y que son impredecibles a priori (Fig. 4).
(a)

(b)

Fig. 4. El melanismo
industrial en la polilla Biston betularia muestra claramente el
carácter contingente de las adaptaciones. El hollín procedente de las
fábricas mata a los líquenes grisáceos‑claros que habitan en la
corteza de los robles, donde estas polillas pasan gran parte de su
tiempo, y la ennegrece. (a) Las formas oscuras (o melánicas) son menos
conspicuas a los depredadores en estas áreas y por eso son favorecidas
por la selección. (b) En las zonas no contaminadas las formas claras
son las miméticas y, por lo tanto, las favorecidas por la selección.
No existe a priori un fenotipo, una forma clara u oscura,
óptima. Tenemos que acudir al contexto ecológico de cada especie o
población para conocer la causa de una adaptación.
La selección natural es también oportunista
y miope, pues selecciona aquella variante que es útil en cada momento,
independientemente de si esta selección resulta ser contraproducente
para la población en otro momento posterior. Supongamos que las
polillas claras acabaran desapareciendo en la población contaminada.
Si la zona dejara de estar contaminada en el futuro, la población de
mariposas oscuras que estaba adaptada a su medio pasa a convertirse en
una población en peligro de extinción, y sólo la migración de formas
claras o la aparición de un nuevo mutante de color claro evitaría su
probable extinción.
La
mutación no puede explicar las adaptaciones
La variación es una condición previa a la selección:
sin variación no puede haber ni selección ni evolución. En las
poblaciones biológicas la variación se genera continuamente, de modo
que la selección suele disponer de materia prima sobre la que poder
actuar. Hoy sabemos que la fuente última de variación genética en las
poblaciones es la mutación, siendo una mutación cualquier cambio
estable en la información genética de un organismo. La mutación no
puede generar nuevas adaptaciones porque no tiene dirección, es decir,
los cambios que produce una mutación en el organismo no tienen ninguna
relación directa con el éxito o la eficacia de los organismos que la
sufren. La variación por mutación es azarosa. La selección es el
proceso ordenador mediante el que se escogerán, de entre todas las
variantes existentes en un momento dado, aquellas que sean útiles -en
términos de reproducción y supervivencia- para el organismo. Así,
desde la teoría evolutiva actual o teoría neodarwinista, la evolución
es un proceso en dos etapas: (1) aparición al azar de la variación, y
(2) selección de las variantes producidas en la primera etapa. El
juego entre el azar de la mutaciones y la necesidad de la selección
son el motor de la evolución. La revolución de la biología molecular
de los últimos 30 años no ha hecho más que confirmar la importancia
general de ambos ingredientes.
La selección
natural es acumulativa
Mucha gente no tiene problemas en aceptar que la
selección natural produzca pequeños ajustes adaptativos como el
mimetismo del melanismo industrial, pero les cuesta creer que la
selección natural pueda crear órganos de complejidad extrema como un
ojo, formado por una serie coordinada de partes que deben funcionar
conjuntamente. ¿De qué sirve medio ojo? ¿Cómo la selección natural
puede coordinar estructuras tan heterogéneas en un todo coherente y
funcional? Este escepticismo se suele además acompañar con argumentos
probabilísticos que muestran la imposibilidad práctica de la
generación de ciertos órganos o estructuras. Por ejemplo, F. Hoyle, un
famoso astrónomo británico, dice que es tan improbable que una
proteína de hemoglobina, con sus 146 aminoácidos, sea formada de una
sola vez por selección como el que un huracán que arrasara un desguace
de chatarra ensamblara un avión Boeing 747 (Fig. 5). Calculemos la
probabilidad de que por unión de 20 aminoácidos cogidos al azar se
formara una secuencia de 146 aminoácidos idéntica a la
b-hemoglobina
humana. Este número (el número de la hemoglobina) es (1/20)146,
o sea, una probabilidad de 1 en 10190. Esta cantidad es muy
superior al número de átomos que hay en el Universo y muestra que es
ciertamente imposible producir de una vez y por azar una molécula de
hemoglobina. El único problema con este razonamiento es que no aplica
a nuestro caso, porque la selección natural no produce las
adaptaciones en un solo paso. La selección natural es un proceso
acumulativo que permite incorporar pequeñas mejoras generación tras
generación hasta obtener estructuras muy complejas. Considérese la
siguiente frase de la obra Hamlet de Shakespeare: "Creo que es como
una comadreja". La probabilidad de obtener en un solo paso esta frase
tecleando al azar una máquina de escribir es una 1 en 1040
intentos. Pero si se simula el proceso como lo hace la selección
natural, es decir, seleccionando en cada intento la frase que más se
aproxima a la frase deseada, y generando nuevos cambios al azar en la
frase seleccionada, la frase buscada se obtiene en sólo 30 pasos.

Fig. 5. F. Hoyle afirma
que es tan improbable que la selección natural cree una molécula de
hemoglobina como que un huracán que pase por una chatarrería cree un
Boeing 747. En su razonamiento considera erróneamente que la selección
natural produce las adaptaciones de golpe.
Aplicando esta misma lógica, los biólogos suecos D. E.
Nilsson y S. Pelger (1994) han simulado la evolución del ojo de los
vertebrados y han estimado el tiempo necesario para su creación.
Parten de un ojo primitivo fotorreceptor, formado por tres capas (Fig.
6): una capa inferior opaca a la luz, una capa intermedia formada por
células fotosensibles, y una tercera capa protectora formada por
material transparente. Con este "ojo" simulan una población original
de individuos, y cada generación generan pequeños cambios al azar que
afectan al grosor de una de la capas o al índice de refracción de una
región local de la capa transparente. No puede haber más que una
mutación por ojo en cada paso. La variación producida en la calidad de
la imagen que se proyecta en la capa de células fotosensibles se puede
determinar con una ecuación óptica que calcula un número de calidad de
la imagen. Si una variante nueva produce una mejor imagen que la de la
población se selecciona y las siguientes mutaciones se hacen sobre la
población con esta nueva variante. Los resultados de la simulación
fueron espectaculares. Si se producen cambios del 1% de las unidades
iniciales, en 1829 pasos se consigue, como por arte de magia, un ojo
en forma de cámara con lente de refracción (Fig. 6). ¿Qué significa
esto en número de generaciones? Considerando valores pesimistas de
coeficientes de selección (1%) y de heredabilidad (0,5) el número de
pasos se corresponde con 364.000 generaciones o años (si consideramos
que el tiempo de generación de estos animales primitivos es de un
año). Esto es un instante de tiempo comparado con la magnitud del
tiempo geológico. La selección natural es verdaderamente la fuerza
creativa de la evolución.

Fig. 6. Serie evolutiva
teórica de Nilsson y Pelger (1994) que produce un ojo de vertebrado.
En menos de 1900 pasos con cambios del 1% en el grosor de las capas o
del índice de refracción de la capa transparente es posible conseguir
un ojo cameral a partir de una serie de células fotorreceptoras.
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La medida de la selección en la
naturaleza
La naturaleza es el escenario donde la selección
ocurre, y a pesar la complejidad inherente a su estudio, no hay
alternativa al estudio de la selección en la naturaleza si queremos
saber la relevancia de la selección en el día a día de las poblaciones
naturales. Idealmente, la selección en la naturaleza debería
detectarse en acción, en el mismo momento en que sucede. De
este modo nos aseguramos que es la selección, y no ningún otro
proceso, la que tiende a alterar las proporciones de los caracteres en
una población. Un organismo suele presentar un ciclo de vida complejo
y el número de descendientes que deja a lo largo de su vida (su
eficacia total), es el resultado final de su éxito en las diferentes
etapas de su ciclo vital. Se pueden describir adaptaciones
‑estructuras y/o comportamientos‑ para cada momento del ciclo vital,
por lo que las etapas pueden verse como unidades naturales de
selección. Así, los caracteres sexuales secundarios, tales como los
grandes y complejos cuernos del ciervo común (Cervus elaphus),
se entienden como adaptaciones concretas para el apareamiento. A las
etapas sobre las que se puede definir un episodio o proceso de
selección se les conoce como los componentes de selección. Un
componente de selección típico es el éxito en el apareamiento o
selección sexual en organismos sexuales. Si uno o varios individuos
aparean más que el resto de la población, manteniendo igual todo lo
demás (es decir, que los individuos que aparean más no son, por
ejemplo, más estériles que el resto), entonces estos individuos
dejarán más descendientes y sus caracteres heredables asociados al
éxito en el apareamiento incrementarán en la población. La selección
operaría, en este caso, sobre el componente éxito en el apareamiento.
Otros componentes típicos de selección son: la selección en viabilidad
(la supervivencia diferencial de ciertos fenotipos heredables en los
estados que van de cigoto a adulto), la selección en fertilidad
(cuando uno fenotipos o genotipos producen más cigotos que otros) y la
selección gamética (cuando unos gametos tienen más éxito que otros al
competir en la fecundación). Aunque estudiar componentes de selección
es relativamente fácil en el laboratorio, es un tema sutil y complejo
en la naturaleza, pues los componentes generalmente no pueden ser
observados más que momentáneamente y cierto retraso o adelanto
respecto al momento en que la selección actúa conducen a una mezcla de
componentes indiferenciados.
El grupo de Genética de Poblaciones de la Universidad
Autónoma de Barcelona dirigidos por Antonio Fontdevila y Alfredo Ruiz,
han estudiado, entre otros, el componente éxito en el apareamiento en
una población natural del díptero Drosophila buzzatii. Esta
especie se distingue porque su nicho ecológico es muy específico, pues
se alimentan y crían principalmente en las palas y frutos en
descomposición de chumberas del género Opuntia (Fig. 7a). Este
conocimiento del nicho permite la obtención, directamente de la
naturaleza, de muestras de individuos en distintos momentos de su
ciclo vital (Fig. 7). Así, de palas en descomposición, se obtuvieron
dos muestras distintas de la población. Una formada por parejas que
estaban copulando y otra formada por individuos solitarios cogidos al
azar al mismo tiempo en el que se muestrearon las parejas (Fig. 7b).
Las muestras representan a dos poblaciones, la población base, formada
por los individuos que son potencialmente capaces de aparear y la
población apareada, el subconjunto de individuos de la primera
población que efectivamente toman parte en el apareamiento.
(a) 
(b) 
Fig. 7. La especificidad
del nicho trófico del díptero Drosophila buzzatii hace de esta
especie un modelo apropiado para los estudios de selección en la
naturaleza. Los individuos se alimentan y crían principalmente en
cladodios y frutos en descomposición de las chumberas (género
Opuntia). El conocimiento de su nicho permite la obtención,
directamente de la naturaleza, de muestras de individuos en distintos
momentos del ciclo vital. Por ejemplo, para el estudio del éxito en el
apareamiento, se obtuvieron dos muestras de adultos de cladodios de
Opuntia en descomposición. Una muestra, denominada población base,
representa a los individuos que son potencialmente capaces de aparear.
La muestra de la población apareada representa a los individuos que
efectivamente participan en el apareamiento. (a) Ejemplo de un
cladodio de Opuntia en descomposición como los que se
utilizaron para obtener ambas muestras. (b) Detalle de una pareja
in copula sobre el sustrato de Opuntia en descomposición.
Obsérvese la presencia de otras moscas solitarias alrededor de la
pareja. Los individuos solitarios y las parejas que se capturaron
directamente del sustrato forman la población base y apareada
respectivamente.
A cada individuo de las muestras de las poblaciones
base y apareadas de D. buzzatii descritas se le midió el
carácter tamaño del cuerpo (midiendo la longitud del tórax) y se le
determinó el cariotipo cromosómico para su polimorfismo de inversiones
(una inversión es una mutación cromosómica que en las poblaciones de
Drosophila suele encontrarse en estado polimórfico). Se observó
durante cuatro años consecutivos que el carácter tamaño del cuerpo en
D. buzzatii tenía una media mayor en la población apareada que
en la base (Santos et al. 1992). O sea, cuanto mayor era un individuo,
mayor era su probabilidad de pertenecer a la población apareada (Fig.
8). Por lo tanto, en los momentos que esta población fue muestreada
podemos afirmar que hubo selección fenotípica asociada al tamaño
corporal en el componente éxito en el apareamiento.
Fig. 8. El componente
éxito en el apareamiento asociado al tamaño corporal se estudió
durante cuatro años consecutivos. En el gráfico se comparan los
valores de la longitud del tórax de machos para ambas muestras. En
todos los casos, los machos apareados fueron significativamente
mayores que los machos de la población base. Ello nos indica que en el
momento en que las muestras se cogieron se estaba produciendo
selección fenotípica para el componente éxito en el apareamiento.
El tamaño corporal se considera un predictor, al menos
en insectos, de la eficacia de los adultos. Hay una abundante
evidencia que muestra que el tamaño corporal está correlacionado
positivamente con la fecundidad, la longevidad, el éxito en el
apareamiento y la resistencia al estrés ambiental. De hecho, nosotros
hallamos una asociación del tamaño con el éxito en el apareamiento, la
longevidad y la fecundidad. También se observó que los individuos
mayores eran portadores de la inversión cromosómica 2j (esta inversión
se encuentra en una frecuencia del 40% en la población estudiada; Ruiz
et al 1991, Barbadilla et al. 1994). Puesto que hay selección
fenotípica sobre el tamaño corporal, y una asociación entre inversión
y tamaño, se espera un incremento tanto del tamaño corporal como de la
inversión asociada a mayor tamaño. Sin embargo, el estudio continuado
de esta especie durante varios años no parecía indicar ningún
incremento neto tanto del tamaño corporal como de la frecuencia de la
inversión 2j. ¿Cómo explicar esta aparente contradicción? Las
explicaciones pueden ser varias, una de las cuales es que haya
selección compensatoria para otros componentes no estudiados. La
velocidad de desarrollo parece una alternativa obvia. En Betrán et al.
(1998) se puso a prueba y se confirmó esta predicción. Se encontró una
correlación negativa entre velocidad de desarrollo y el tamaño
corporal y a su vez se observó que los individuos con la inversión 2j
(de mayor tamaño) tenían una velocidad de desarrollo menor (o tiempo
de desarrollo mayor) que los individuos de menor tamaño asociados a la
ordenación 2st. Esto significa que los individuos mayores tienen más
eficacia de adulto pero tienen una tasa de crecimiento menor ya que se
desarrollan más lentamente. Así, la ventaja que tienen como adulto los
individuos mayores la pierden en velocidad de desarrollo. Este es un
claro y bello ejemplo de selección compensatoria entre componentes en
la naturaleza.
Sociobiología
El
comportamiento animal, al igual que cualquier otro carácter
fenotípico, es una consecuencia de la selección natural. La
sociobiología es una línea de investigación reciente basada en el
neodarwinismo que pretende explicar la base evolutiva del
comportamiento social de los animales. Propuesta inicialmente por
zoólogos, la sociobiología ha revolucionado la biología animal y el
estudio de la conducta animal, y hoy prácticamente no existe un
estudio de conducta animal donde no se aplique el razonamiento
sociobiológico. Sin embargo, este campo ha sido el foco de serias
controversias por la extrapolación de algunas de sus consecuencias
teóricas a la especie humana. La sociobiología humana afirma que
aunque la gente tiene libertad para escoger entre varias alternativas,
hay canales psicológicos profundos moldeados por la selección natural
que hace más fácil unos desarrollos culturales que otros, de modo que
aunque las culturas varíen mucho, habrá una convergencia inevitable
hacia esas tendencias heredadas. Ejemplos de esas propensidades
humanas son el enlace emocional entre padres e hijos, la evitación del
incesto, el mayor grado de altruismo hacia los parientes cercanos,
desconfianza a los extraños, tribalismo, división del trabajo entre
sexos, dominio masculino, religiosidad,...(Wilson 1978). Veamos como
se aplica la lógica sociobiológica al caso de la evitación del incesto
entre hermano-hermana en humanos. Este comportamiento se basa en un
alto grado de inhibición sexual desarrollado durante la estrecha
asociación doméstica en los primeros seis años de vida. Puesto que es
una regla que se da a través de las más diversas culturas y es
suficientemente fuerte como para superar las variaciones sociales y
culturales, es razonable suponer que la norma tiene una base genética.
El incesto da lugar a altas tasas de homocigosis genética, lo que
significa más enfermedad hereditaria y muerte temprana de la
descendencia. Una regla de conducta de este tipo, que conduce a más
altas tasas de supervivencia, sería favorecida por la selección
natural.
El éxito de la sociobiología es tal que casi cada día
aparece un nuevo libro que pretende explicar un aspecto de la conducta
humana a partir de las supuestas ventajas selectivas que tuvo esa
conducta en nuestro pasado evolutivo reciente. La sociobiología
aplicada a la especie humana se ha convertido en un juego de
fabulación. Como R. Lewontin (1992) ha señalado, las explicaciones
sociobiológicas de la evolución de la conducta humana son como las
historia de R. Kipling en su libro infantil Just So Stories, de
como el camello obtuvo su joroba, de como el elefante su trompa,... La
capacidad de fabulación es infinita y se pueden proponer tantas
historias selectivas como queramos. La sociobiología ha debilitado las
hipótesis evolutivas humanas porque puede explicarlo casi todo. Aunque
el enfoque sociobiológico puede ser fundamental para obtener una
representación global de la especie humana, se requiere un mayor
ejercicio de rigor a la hora de proponer hipótesis plausibles. El
problema de la sociobiología humana es saber cual de las infinitas
historias potenciales es la real.

Fig. 9.
Según R.C. Lewontin (1978), las explicaciones sociobiológicas de la
evolución de la conducta humana son como las historias de R. Kipling
en su libro infantil Just So Stories, de como el camello
obtuvo su joroba, de como el elefante su trompa,...
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Teoría neutralista de la evolución molecular
No todos los cambios evolutivos son debidos a la
selección. La deriva genética puede producir cambios en las
frecuencias de genes en las poblaciones, así como la mutación y la
migración. La importancia relativa de los diferentes factores
evolutivos depende mucho del carácter que se considere. Así, mientras
que la selección debe ser fundamental para crear y mantener un ojo
funcional, no tiene porqué estar implicada en el mantenimiento de
variantes de ADN en regiones que no contienen información genética. El
japonés Motoo Kimura ha creado la teoría neutralista de la evolución
molecular para explicar los patrones de variación genética que hay
dentro y entre especies. Según ésta teoría, la selección natural no es
el factor más importante para explicar la evolución en el nivel del
ADN, lo son la tasa de mutación y la deriva genética. Las mutaciones
que sufren los individuos en una población suelen ser, según la
hipótesis neutralista, neutras o deletéreas. Si son deletéreas, son
eliminadas rápidamente de la población porque sus poseedores tienen
menos descendientes y por tanto no llegan a prosperar. Si las
mutaciones son neutras, es decir, si los individuos que las tienen
funcionan tan bien como los que no la tienen, entonces su éxito en la
población depende del azar, de la deriva genética. Según Kimura, sólo
un porcentaje menor de las variantes genéticas de las poblaciones
tienen un valor adaptativo, y estas variantes pasan inadvertidas en un
océano de variantes mayoritariamente neutras que se encuentran en un
estado transitorio en el proceso de fluctuación por deriva. Muchos de
los datos moleculares están de acuerdo con las predicciones de la
teoría neutralista. La aceptación de esta teoría implica que la
evolución a nivel molecular tiene unas causas cualitativamente
distintas que la evolución a nivel morfológico. Mientras que la
primera estaría principalmente determinada por la mutación y deriva,
la última lo estaría por la selección natural.
Fig. 10. Motoo Kimura
(1924-94) propuso la teoría neutralista de la evolución molecular
Como conclusión podemos
afirmar que la idea de la selección natural goza en la actualidad de
una excelente salud. No sólo continúa siendo el paradigma de la
evolución biológica, sino que además es una valiosa herramienta
heurística para analizar otros campos del conocimiento. A través de
los ojos de Darwin no vemos sólo un gorrión o una flor, sabemos que
detrás de cada organismo hay un drama de conflicto y competencia en
una lucha sin cuartel por la existencia. Muchas metáforas se han
empleado para representar a la selección natural: es un relojero
ciego, es una divinidad frenética y omnisciente “que cada día y a cada
hora escudriña por todo el mundo, las más ligeras variaciones”, es una
escaladora de montes improbables, una escultora que da vida a la roca
informe, es un mejorador inconsciente de animales y plantas, son miles
de cuñas presionando cada parte de un organismo, es una chapucera que
no sabe nunca lo que va a hacer. Darwin será siempre admirado por
hacer inteligible la vida, por reducir a un sólo concepto la
diversidad inmensa y fantástica que vemos en la naturaleza: “¡Hay
grandeza en esta concepción de la vida!”
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Referencias
-
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associated with inversion polymorphism in a natural population of
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Tusquets, Barcelona.
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Ruiz, A., M. Santos, A. Barbadilla, J.E.
Quesada-Díaz, E. Hasson y A. Fontdevila. 1991. Genetic variance for
body size in a natural population of Drosophila buzzatii.
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-
Wilson, E. O. 1978. On human nature.
Harvard University Press, Cambridge, MA.
Metáforas de la
selección natural
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Antonio Barbadilla Prados
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